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Pues resulta que no encontraba mi carnet de conducir. De repente, me iba a ir de vacaciones en 3 semanas y no estaba ni en mi cartera, ni en el despacho, ni en el mueble del salón…Por lo que decidí buscar por internet «¿Cómo pedir un duplicado del carnet de conducir?» pensando que no podía ser tan difícil como informático que soy. Que equivocado estaba.
Había varias opciones: como no recordaba mi contraseña del certificado del ordenador, opté por solicitar el duplicado por teléfono. Pero claro, me preguntaban la dirección de notificación y me decían que no coincidía con la dirección de su base de datos: estaba dando mi dirección actual en vez de la de mis padres (que es la que figuraba en su sistema).
«Lo sentimos, los datos son erróneos. No podemos proporcionarle el duplicado. Tendrá que solicitar cita previa para su jefatura de tráfico más cercana. A continuación se le pasará una encuesta de evaluación del servicio…»
Me preguntaban por los permisos de conducir que tenía mi carnet de conducir y yo ni me acordaba si salía mi licencia de ciclomotor de los 90 o no. Yo solamente recordaba el carnet del coche.
«Lo sentimos, los datos son erróneos. No podemos proporcionarle el duplicado. Tendrá que solicitar cita previa para su jefatura de tráfico más cercana.» Y otra vez la encuesta…
Hablé con 4 operadores telefónicos, hasta que a la quinta llamada me respondía una mujer con voz de jefa y me dijo «¿Tú has llamado antes no?» Le expliqué la situación y ¿qué me contesto? Que tenía que solicitar cita previa para mi jefatura de tráfico más cercana, pero que debido a las fechas no había citas disponibles.
Y yo me preguntaba, ¿si me pide el carnet de conducir un policía le cuento toda la historieta que me está pasando o pago la multa y ya está?
Por suerte, en el trabajo tenía instalado el certificado digital en el ordenador. Digo por suerte, porque había olvidado la contraseña y no lo podía utilizar en mi ordenador de casa. Así que, dejé abierta la web donde solicitar cita en la delegación de tráfico y por aburrimiento iba actualizando la web con la esperanza que abrieran algún horario de cita libre.
Nada, no habían citas disponibles. Opté por realizar los trámites telemáticos. Relleno los papeles una vez, firmo digitalmente todos los papeles y los envío. Al día siguiente, la web me indica que mi solicitud es correcta. Espero un día, otro día, otro día más… Y empiezo a perder la paciencia. ¿No se supone que me tendrían que enviar un resguardo temporal para poder conducir? Que fácil estaba siendo solicitar un duplicado de carnet de conducir.
Envié varias solicitudes con todos los papeles que me solicitaban e incluso otros que no me pedían. Pero seguían sin responder. Ya había pasado 1 semana y media.
Bueno, pensé, no quedará más remedio que volver a intentar solicitar cita previa. Volví a entrar en la web y pulsar F5 cuando me aburría.
De repente, sí habían citas libres. Pero para dentro de 2 semanas. Justo cuando teníamos programado un viaje. No perdí la esperanza y continué pulsando mi querido botón de actualizar.
Y, cual fue mi sorpresa, que justo abrieron plazo para la semana. siguiente.
Sin pensarlo dos veces, reservé cita para la semana siguiente.
Y justo esa misma tarde apareció mi carnet de conducir perdido. ¿Dónde? Pues dentro del armario de la vajilla. Se ve que mi hijo de 2 años pensó que era buen sitio donde guardarlo
Dudaba si acudir a la cita de la jefatura que tanto me había costado conseguir, pero pensé que ir y anular el proceso de duplicado sería una forma de evitar posibles problemas en el futuro. Me volví a equivocar en esta aventura de pedir duplicado de carnet de conducir.
Me presenté allí un poco antes de la hora indicada. Pero, era la hora de almorzar. Uno podía pensar que se irían turnando para no dejar demasiadas ventanillas vacías. No, solamente quedarían 2 de cada diez aproximadamente. Por supuesto, mi ventanilla estaba vacía. Todo ello, sumado a que era verano, hizo que la gente que estaba esperando poco a poco fuera cansándose. Y «sólo» llevábamos 1 hora de retraso
Fueron volviendo los trabajadores a sus ventanillas y, al fin, me llamaron. Creo que la mujer que me atendió no tenía muy buen día, no sé si fueron sus palmadas sobre la mesa cada vez que decía una frase e intentaba dar mayor convicción o su cara de pocos amigos. Pero bueno, todos tenemos días malos, pensé.
Continuará…